Quinta Prisión: Guarida de los Setan

El que había hablado asintió ligeramente después de haber intercambiado unas cuantas palabras con Opeth. Entonces, el demonio se volvió hacia él. 
-Sathiel. Ellos son los Setan. El primero, y al que debes tenerle más respeto, es Salvatore Finnegan, nuestro actual Elohim-Dijo, mostrando un tanto de respeto al siquiera pronunciar su nombre. Este lo miró inquisitivo, más su mirada no duró mucho, puesto que Opeth continuó, nombrando a los demás demonios en orden de como estaban posicionados:-Ya conoces a Séneca, es el segundo al mando. Elphias Ekenlat Diederich, el mejor estratega de todo el Infierno, Durza, y Mayhem Messiah, dos de los tres Jueces del Infierno, el tercero es Hannibal Lecter, quizá ya hayas oído hablar de él, pero por ahora no se encuentra en las mejores condiciones para asistir a esta junta. Elcana, igualmente conocido como Chaos, Folter, Thresh, y Chrono Yeshua-Señaló al ángel, que parecía estar muy fuera de lugar-Comandantes y espías. Ella es Prodigia, la médium del Infierno y sin duda de las mejores de todo el universo. Madara Qíang, maestro en la katana, Odell y Hiroki Takashi, padre e hijo, ambos implacables y poderosos, Matthew o Beltza, y por último pero no menos importante, Antares Akuma y su báculo, Furtum Xennon Seelen, a los cuales no reconocerás las primeras veces. Ellos son mi familia, y a partir de ahora serán la tuya. Si quieres algún día ser uno de nosotros, será mejor que te comportes y demuestres que eres digno.

El chico asintió guardando cada palabra y cada rostro en su mente, con solo sus nombres podría formar una gran cadena de información y en no mucho tiempo podría saber de todos un poco. No encontró mayor señal de respeto que el callar para que la reunión prosiga, estancado en algunas frases de Opeth... su nueva familia.

Todos los presentes veían al recién llegado, más nadie dijo nada a pesar de la curiosidad que les producía, tanto él como la extraña criatura que le acompañaba. En ese momento habían cosas mucho más importantes que tratar.
Fue Elphias Diederich quien tomó la palabra primero, atrayendo la atención de los presentes. Hablaron en voz alta, pero en calma total. Trazaron mapas, escribieron y establecieron técnicas. Pero, lo más importante, mostraron imágenes bastante extrañas, de sus enemigos. La seriedad y muecas de disgusto eran evidentes y poco disimuladas, aunque de vez en cuando alguien decía algo que hacía que todos o algunos rieran. Pasarían aproximadamente tres horas antes de que terminaran de hablar por completo.

El niño, luego de una pausa a causa del aburrimiento que le daba el no entender, suspiro y decidió pararse. No fue discreto al tener detrás suyo una inmensa gata de niveo pelaje. En conjunto se dirigieron a la estantería que Opeth le había posibilitado. Luego de decidir por azar que libro tomar, el niño subió al lomo del animal para tomarlo, hubiera podido con ayuda de alguna otra habilidad propia, pero inútilmente trataba de mantener bajo perfil. Con su botin en las manos, regreso a su asiento, a cruzarse de piernas y a adentrarse en las páginas.

Después de lo que pareció ser una eternidad, una mano se posó en el hombro del niño que leía. Era Folter.
-Ven aquí, chico, que ya está la cena-Le dijo, haciéndose un lado, dejando un espacio entre él y su hermano mayor. De la nada, en el centro del círculo de los Setan, habían aparecido enormes manjares. Pescado, pavo, pollo, cordero, res entre otros. Algunos de los miembros ya habían seleccionado su comida con la mirada, y simplemente estaban esperando la orden el Elohim para empezar a comer.

Con gran sorpresa y agrado por Folter se sentó a observar el banquete, no iba a detenerse a preguntar de donde había salido, no hoy. Miro a la gata, quien en su tamaño más pequeño corría a sentarse en la falda de su amo, sin siquiera mostrar interés por la comida. El sitio le agradaba, y a diferencia de Luna Azul o el clan de su madre, parecían ser una familia unida. El chico mostró una vaga sonrisa inconscientemente mirando a Opeth. Espero la señal.

Finnegan asintió con la cabeza, tomando el primer trozo de carne y empezando a comer. Todos lo imitaron, hambrientos. A pesar de que la gran mayoría del tiempo se comportaban, esa vez decidieron olvidar los modales y comer somo se les pegara la gana, puesto que no habían ni cubiertos, ni platos, ni siquiera mesas o sillas, simplemente el suelo. 
-Esperemos que esta vez no se le ocurra a nadie tararear canciones humanas, son verdaderamente molestas, ¿Verdad Beltza?-Dijo Antares, mirando a Matt a su lado. Todos rieron, sabiendo que el aludido era amante de la música terrestre. 
Podían ser verdaderamente letales y terribles enemigos, sin embargo, jamás desaprovechaban la oportunidad de pasársela bien entre ellos. Muchos compartían la similitud de no tener a nadie más en el mundo que a su clan.

El joven sonrió a la par de las demás risas. No pudo evitar seguir su cena con una gran mueca alegre en su rostro. Tomo una pata de pavo para darle un gran mordisco.

Después de algún tiempo, el primero en levantarse fue Finnegan, quien agradeció a todos los presentes por su atención y les deseó la mejor de las suertes en sus siguientes misiones, todo en un idioma entendible para el chico, a modo de cortesía. Por último, le dio la bienvenida al recién llegado.
Poco a poco todos se fueron levantando y yéndose a sus respectivos hogares, dejando en soledad a Opeth y Sathiel nuevamente.
El demonio se levantó y se dirigió a su habitación.
-De aquí en adelante puedes hacer lo que te plazca, es tu nuevo hogar. Sigue las reglas, compórtate, y será el lugar mas acogedor que podrás conocer. Todos son tu familia, no les falles. Buenas noches. Por cierto, muchos de nosotros estamos ocupados, así que es probable que muchas veces no me encuentres o a tus hermanos. Sin embargo, solo háblale a alguno de los demás por telepatía y te atenderán si te sucede algo.-Dijo, abriendo y cerrando la puerta. Sin embargo, antes de irse, regresó a la estantería y tomó un libro, conjuró y seguidamente se lo pasó a Sathiel-Es un libro de la dimensión humana, es de cuentos. Apenas lo abras se narrará por sí solo hast que te duermas... tu madre mencionó ese detalle. 
Esta vez, si entró a su habitación, para no volver a salir.

El chico asintió con una amplia sonrisa-señor Opeth-llamo por última vez-gracias por darme esta oportunidad.-Susurro sabiendo que lo escucharía a la perfección. Junto a su compañera avanzaron al cuarto, estaba repleto y bastante cansado, pero con ese nuevo mundo en sus manos no podría dormir. Ingreso y cerró la puerta de la habitación, no era tan ostentoso como dentro del clan Jëylls pero por alguna razón le resultaba muchisimo mas hermoso. Se recostó y no sobre la cama, sino sobre la felina que había tomado su forma de gran tamaño. Se acurrucó listo para iniciar el libro. No pasaron más de diez minutos, cayendo Sathiel profundamente dormido.

Sathiel no tenía bien claro el paso del tiempo, ni cuanto había dormido o si lo había hecho, pero aún así tenía la sospecha de que no había sido poco. El libro yacía abierto en su estómago, por lo que rápidamente lo cerró y se sentó sobre Dánkana aún. Desenredó la cola de la gata de su pierna, y acto seguido bajó. Con cautela esperó unos segundos en busca de sonido, mas al no encontrarlo salió de la habitación. Un pequeño puuf y la gata estaba en sus manos nuevamente, encogiendo su tamaño de manera considerable. Ambos callaron, avanzando al recibidor y esperando quién sabe qué cosa.

El recibido estaba claramente vacío. Aunque la escasa luz no permitía saber que hora era -además de que en el infierno no habían relojes-, era claramente tarde en la mañana. 
Opeth había salido desde muy temprano, dejando un trozo de carne del botín del día anterior junto con un vaso de agua. Cuando tuviera tiempo, ya le enseñaría donde conseguir comida y agua.

El chico con costumbres a una sola comida diaria, no mostró interés a esas horas, mas si en el silencio de la casa. Estaba solo y era grandioso, casi glorioso para él. Se asomó por la puerta, aferrado a la felina y dando un ágil y escurridizo salto cayó en la roca que actuaba de sostén de su ahora nuevo hogar. Miró a su alrededor, recordando todas las advertencias de su padre, comenzó a caminar.

-¿Al fin has despertado?-Preguntó una voz que provenía de ningún lugar a la primera impresión. La voz parecía no tener edad específica, se escuchaba joven pero al mismo tiempo madura y ronca, como la de un adulto. 
El extraño se encontraba en una roca inmensa justo arriba de la casa de Opeth, que sostenía la de su propio hogar, oculto casi en su totalidad por las sombras que esta le proporcionaba.

Sathiel giró rápida pero elegantemente a la voz, esperando más sobre su indagador para responder. Tantas voces había conocido en tan poco tiempo que le costaba reconocerla. Dánkana maulló.

Al ver a la gata, el extraño sonrió. 
-Yo también tengo a mi mascota-Dijo, mientras llamaba desde el interior de su hogar a una enorme criatura que parecía un cocodrilo extraño, con las extremidades perfectamente erguidas y largas, así como con una gran cresta que le recorría la espalda entera.-Es un Otami

-Ella es una mestiza de Léibän-Informó observando a la criatura, aunque no dejando que la suya expresara su verdadera forma. Esperó su identidad callado, mirándolo de forma fija e inquietante.
Temía que preguntar lo llevara a hacerlo él y toparse con el tal Nattramn si su memoria no le fallaba ese era el nombre de su hermano.

-Lo sé. Se lo mencionaste a Séneca ayer cuando expresó que era un gato terrestre común, y luego vimos su forma en la junta-Sonrió de lado, viendo al pequeño felino, sabiendo que, si quería, podría transformarse en un enorme animal-No deberías andar por estos lugares con tan poca precaución, alguien que no te conociera podría intentar... asesinarte o algo así-Dijo, aunque sabía que todos y cada uno de los Setan lo habían conocido ayer, por lo que no pasaría por un intruso, al menos no para ellos, pero sí para los Ladrones de Almas.

-No hay mucho que hacer en la casa del señor Opeth-Se excusó rápidamente, tenía una o dos opciones sobre quién era el sujeto mas no estaba seguro.-Y me gustaría conocer el sitio que habito-Dijo sumando unos segundos más tarde.

El extraño alzó los hombros.
-Si tu lo dices-Suspiró, acariciando a su Otami mientras este hacía un extraño ruido, como un ronroneo muy distorsionado-Aunque, si fuera tú y tuviera el permiso, me acabaría todos los libros de Opeth en un solo día

-Eso planeo luego de conocer a...-Se calló, era suficiente información dada-Lo haré-Afirmó nuevamente-¿Podrías bajar, o podría subir?-Aquella petición venía completamente ligada con la idea de conocer aquella criatura que jamás había podido ver. Y también con terminar de reconocer al individuo.

El extraño alzó una ceja, un tanto intrigado por el comentario hecho anteriormente, sin embargo decidió no indagar en cosas que no le correspondían. 
-Sube-Le dijo, preguntándose como llegaría hasta ahí. Tomó a su Otami del cuello, y, con un gruñido, lo hizo desaparecer, llevándolo a su dimensión. Sabía que posiblemente intentaría atacar al chico, sintiendo amenazado su territorio.

En un pequeño abrir y cerrar de ojos la gata ya era al menos veinte veces su tamaño, actuando de corcel para el niño. Subió a ella y luego de dos zancadas llegaron. El rostro de Sathiel se mostró desilusionado, el objetivo era la bestia mas obtuvo la identidad del ser. Esos cabellos tan similares a los de su madre. Miró a su hermano, saludando ahora si, con una leve reverencia.

Beltza sonrió, al ver al gigantesco animal de nuevo. Era una lástima que sus Otamis fueran más reptiles que otra cosa. Acto seguido, respondió la reverencia, agachando levemente la cabeza. 
-Madre vomitaría sus intestinos si supiera donde estás ahora y como has subido hasta aquí-Dijo el pelirrojo con una risa irónica, sabiendo que su afirmación no estaba muy lejos de la realidad.

-Por suerte no puede vernos-Exclamó abarcando sus palabras para ambos-Me ha contado muchas cosas sobre ti, a Sahym también-Reveló como un pequeño comentario sin importancia-Ese ser ¿de dónde viene?-Preguntó por su mascota, yendo al grano directamente.