Caina, Antenora y Ptolomea: Templo de los Jueces del Infierno

Antes de que la invitada pudiera caminar un poco más, una inmensa sombra se posicionó justo frente a ella, cerrándole el paso. No tardó mucho en materializarse, y quizá hubiera sido mejor que se quedara como un simple cúmulo negro.
-El lugar a donde usted intenta acceder está prohibido, señorita-Habló Opeth Gespenst, mientras la escudriñaba con sus nublados ojos que alguna vez fueron verdes.-Le pido por favor que regrese a donde se encontraba

- Sepa perdonarme - dijo después de un minuto, cuando sintió que su corazón volvió a latir con normalidad y su respiración fue la de antes. La verdad Opeth la había tomado por sorpresa como también era la primera vez que ella veía que alguien podía hacer tal cosa. - Estaba, bueno sonara un poco cliche ya que, por lo que escuche, las mujeres usan la frase como escusa, pero en fín... estaba buscando el tocador, no se si ustedes tienen o no pero necesito ir. - le explico al demonio, y era verdad... no había ido al baño desde que había salido de su dimensión. Allison miró a su alrededor y después clavo sus oscuros ojos en los blancos de Opeth, había algo que no había notado hasta ese entonces y era que el Demonio era ciego.

-Deja de asustar a nuestra invitada, Opeth-Le gritó Mayhem al susodicho, mientras no podía evitar reír ante la expresión de Allison, inclusive se había quedado sin respirar.
El demonio alzó la ceja, realmente no había querido asustar a la muchacha, era muy común en él aparecer y desaparecer en todos los lugares, y la mayoría del Infierno ya estaba acostumbrado a eso, ya hacía mucho que a nadie le tomaba por sorpresa, o al menos hasta esa noche.
-De ese lado-Respondió señalando hacia un pasillo a la izquierda, donde no muy lejos había una puerta.

Suerte que Opeth era ciego porque Allison en esos momentos se encontraba mas que ruborizada. Trago saliva y volvió a ver al Demonio quien, después de un momento, le indico donde se encontraba el baño.

- Gracias - dijo entonces en voz baja antes de dirigirse a la puerta señalada.

Entre tanto Mália ya iba por su tercer plato, la verdad era que le había encantado la comida que habían servido incluso la bebida, que nunca antes había probado, le sentó de maravillas. Una vez termino de comer le dio un trago a la bebida que llenaba su copa antes de mirar de reojo como Allison volvía a la meses, como toda una dama. Ahogo un gruñido que acompañaba un pensamiento y miro a quien tenía a su lado.

Para cuando Allison había llegado, Bruno le había lanzado ya una mirada a Lex, preguntándole si creía oportuno regresar a la Casona con su invitada o quedarse un poco más. Como siempre, el más joven prefirió dejarle esa sencilla decisión a su invitada misma. Bruno captó su mensaje y esperó a que ella llegara a la mesa para preguntarle.
-Allison, ¿Quisieras quedarte un poco más? ¿O quieres descansar? - le preguntó en un tono suave.

La pregunta tomo por sorpresa a la mujer. Se acomodó en su asiento y miró a Bruno para después dar un repaso general a todo el lugar: todos estaban entretenidos, hablaban, reía, gozaban... incluso su hermana, quien era la más callada de entre los seis, estaba socializando con alguien. No quería interrumpir el banquete pero estaba completamente cansada. Volvió su oscura mirada a Bruno más no dijo nada ya que con ella expresaba su decisión: Quería descansar.

Parecía que los pensamientos simultáneos de los invitados se hicieron realidad, justamente cuando Durza se levantó de su asiento, acción que llevó a todos a cesar sus pláticas y mirarlo interesados.
-Es hora de descansar. Mañana será un día largo-Fue lo único que dijo. Realmente no se sentía cansado, sin embargo le enfermaba la idea de ver a todos diviertíendose ahí, mientras él se revolcaba en su propia miseria.-Allison, Malía, sean bienvenidos a nuestras tierras y a las tierras de nuestros hermanos, nuestras puertas están abiertas a su disposición. Este será su hogar, respétenlo y se les será respetado...-Se dirigió entonces a la Ardar que permanecería en el Infierno-Malía, los chicos te guiarán a tus aposentos, síguelos, por favor.

Folter rió un poco, pensando en la primera reacción que podría tener la chica al ver el lugar donde dormiría, en una pequeña y simple casa que se encontraba al borde de un río de lava. La Quinta Prisión del Infierno no era para todos, sin embargo no había otra opción, esa era la vida que los Setan tenían y no era del todo mala, solo había que acostumbrarse.

Apenas terminó su discurso, Durza se levantó de su lugar y salió por la puerta. Cualquiera hubiera dicho que, después de las formalidades que conllevaba su cargo, se iría a enclaustrar nuevamente a Giudecca, sin embargo un buen observador lo hubiera notado: En una mínima fracción de segundo había mirado de reojo a Isis.

Bruno no necesitó decirle más a Allison. Hasta cierto punto, le alegró que alguien más diera por terminada aquel banquete, él también se sentía un poco cansado. Le sonrió a la joven.
Mientras todos se ponían de pie y se despedían, Isis se había acercado a su hermano mayor.
-Lo lamento, tendré qué dejarte solo de nuevo... Aun tengo asuntos con Z. - dijo como pretexto con la voz apagada.
-¿Otra vez?
-Lo siento...
-¿Cuando vuelves?
-Te veré mañana... intentaré estar temprano, lo prometo. - Ella le ofreció una media sonrisa arrepentida a Lex, no era la primera vez que salía y lo dejaba "solo" en un evento importante.
Lex arrugo la frente y la miró fijo. Después de unos segundos le mostró los dientes. La rodeó con un brazo y le besó la frente.
-No te creo. - Bromeó. Su hermana rió por lo bajo.
El menor de los hermanos, Cliff, sabía que tendría que adelantarse hasta llegar a Z, ser un niño tan serio e introvertido le había ayudado a ser, de forma natural, un excelente observador. Había visto a Durza y comprendía que su hermana aun se tomaría un tiempo antes de dirigirse al Tinelo de Reunión de los EIEN. Ella sólo le lanzó una mirada, como para estar segura de que él lo había notado. Ambos asintieron una vez con la cabeza, ella le sonrió antes de comenzar a caminar a un punto vacío en el comedor. Alejada del resto y abrazando sus propios brazos. Esperó a que El Sombra estuviera libre.

- ¿Y la risa a que vien? ¿eh? - pregunto entonces Malía mientras le daba un mordizco a un pedazo de carne que había sobrado, en si parecía una escena cómica.

Por otro lado Allison se había levantado para dirigirse al lado de Bruno, si bien no lo conocía mucho él era quien la había encontrado en aquel campo de flores hace rato atrás por lo que se sentía mas segura con él, después de todo no conocía a los demás Crisvector. No hacia falta ya despedirse de su hermana, sabia que iba a estar bien era fuerte y el Infierno sin duda alguna era, extrañamente, un buen lugar para ella

-Ya lo verás, ya lo verás-Alzó la ceja el pequeño demonio sin dejar de sonreír misteriosamente, mientras terminaba la copa de vino que tenía enfrente. Él fue el primero en levantarse, y, como si fuera una reacción en cadena, los demás Setan lo siguieron, hasta que ningún ser quedó sentado. En un instante la mesa quedó vacía, todo, la comida, la vajilla, las bebidas, todo había desaparecido.
-Síguenos-Dijo Opeth y empezó a caminar, encabezando inconscientemente la marcha, seguido por los demás del clan, que hablaban de cosas tan triviales y mundanas que no parecían demonios de élite. El Segundo al Mando se volvió entonces y le ofreció la mano a Malía-No creerás que iremos caminando-Fue lo único que dijo Opeth, haciendo clara referencia a ir a la Quinta Prisión del Infierno, donde serían sus aposentos temporales. El ofrecimiento no era mera cortesía, era el único modo en el que la Hôdne podría transportarse, pues únicamente los Ladrones de Almas y Setan tenían permitido utilizar ese método para ciertos sitios exclusivos.

Durza, ya fuera de la mansión, mandó un pequeño pero simple mensaje, que solo llegaría a una persona en específico, a nadie más. "Sígueme".

Malia miro de lejos como dos miembros, una mujer y un niño, se alejaban del resto hasta salir del salir. Fruncio el ceño pero no dijo nada, tan solo le dio el ultimo trago a su bebida antes de que todos los Setan se levantaran y todo lo de la mesa desapareciera.
Miro entonces a Opeth y después a la mano de este, si bien su hermana reacciono algo sorprendida ante los ojos blancos del Demonio ella no. Después de unos segundos, los cuales se tomo para mirar a todos los demonios, se levanto con total calma y con una leve sonrisa divertida tomo la mano del Segundo al Mando.