Caina, Antenora y Ptolomea: Templo de los Jueces del Infierno

Fueron los amigos los primeros en hacer su aparición. Primero el Sombra, luego el híbrido. 
Durza, como siempre, no se molestó en siquiera cerciorarse de que alguien más estuviera en la mansión esperándolos, simplemente entró y recorrió el vestíbulo a pasos largos. Atrás de él iba a Hannibal, tratando de caminar tan rápido como su compañero, que estaba claramente ansioso. 
Doblaron a la derecha, para abrir una puerta que estaba justo al lado del recibidor principal, donde se encontraba el comedor. La mesa, ahora vacía, daba para al menos veinte personas.
-Tengo hambre-Gruñó Durza mientras se sentaba jugueteaba con su amuleto, traqueteando los dedos en la madera.
-No seas llorón-Le respondió el híbrido tomando el asiento de al lado, con un tono bastante burlesco-Recuerda que hay que esperar a nuestros invitados
-Lo sé-Volvió a gruñir, desplomándose en la mesa y cerrando los ojos. Estaba claramente aburrido.

-¡Sí! fue tan... - se escuchó a Isis entre risas cuando entró, junto a Alexander, al comedor. Parecían estar hablando de alguna situación graciosa de su pasado, pues ambos se veían risueños y con las mejillas coloradas. Isis sujetaba a su hermano mayor por el brazo.
-Buenas noches - saludó el joven con una sonrisa simpática y sincera a los dos presentes, avanzando y dirigiendo a la pelirroja hasta ellos.
-Hola. - saludó ella con energética gracia.

Fue un portazo el que anunció la llegada de las siguientes invitadas. Las puertas abiertas de par en par dejaron paso a un extraño dúo.
Natalie,"el alma de la fiesta", se veía tan feliz e inconsciente como siempre.
- ¡Buenas noches, damas y caballeros! - saludó con alegría.
Tras ella, Skarlet soltó un suspiro.
- Qué hay - se dirigió a los presentes. - Compórtate, ¿está bien? - susurró a Natalie una vez que tomaron asiento. La aludida asintió como si fuese a hacerlo.

Fue demasiado repentino. Apenas llegaron los hermanos Crisvector, Durza abandonó su posición como un rayo, casi saltando de la silla y golpeando a Hannibal en el acto. Era obvio hacia donde se dirigía.
-¡Isis!-La saludó con un abrazo muy (demasiado) fuerte, alegre de verla después de mucho tiempo. Cuando se dio cuenta de que había olvidado a Alexander, casi a la fuerza se separó de ella y saludó al muchacho con un apretón en el hombro-¿Qué hay, Alex? 
Hannibal empujó al Sombra en venganza y sonrió hacia los hermanos y las recién llegadas.
-Buenas noches-Dijo claramente alegre pero bastante más calmado que su compañero.-Es un gus...
-¡Natalie!-Corrió hacia ella, quizá aún más entusiasmado. Hacía muchísimo, años, quizá, que no veía a su colega de tragos-¡Adivina que traje de la dimensión humana!

Isis no tuvo ni siquiera tiempo de corresponder al abrazo de Durza, pero igual le daba gusto volver a verlo. A Alexander, por otro lado, le entusiasmaba más ver a Hannibal, su maestro y amigo. Si se debía al hecho de que Durza era algo así como su suegro y casi cuñado, ni siquiera él lo sabía.
Isis dirigió su vista a Skarlet, a quien recordara de una extraña pero bastante reconfortante plática que con muy pocos se puede tener. Quizá la vampiresa no la recordara tan bien, pero para Isis el recuerdo era clarísimo.

Skarlet movió su cabeza levemente en dirección a Isis con la complicidad que caracterizaba al equipo, mas no dijo palabra.
Su compañera, mucho más ruidosa en comparación, correspondió a la emoción de su viejo amigo, casi con un entusiasmo de niños.
- ¡¿Qué es?! - fue lo único que pudo decir. Amaba las sorpresas.

Con un chasquido de dedos, en la mano del Sombra apareció una gran botella, la cual le dio a Natalie con sumo cuidado, como si de un tesoro se tratara.
-¡Tequila!-Dijo, comportándose como un niño pequeño que acababa de descubrir una montaña de dulces-Traído directamente de Jalisco, México. De la mejor calidad, puedes asegurarlo. 
El híbrido dio un suspiro, dándose cuenta para donde iban las cosas. Miró a Alexander con una expresión casi de súplica, rogándole con la mirada que estuviera de su lado si la situación se ponía fea. Miró a Skarlet, ella, sin duda, sabría que controlaría a Natalie, al menos un poco.

-Y... y... y... ¿Elena vendrá? - preguntó el Crisvector con la voz quebrada de pena. Isis sonrió de oreja a oreja al ver a hermano así, situación tan poco común en él, y le dio un codazo para animarlo. Luego se dirigió a Durza, como esperando su respuesta, a la vez que ambos veían a Natalie, como seguros de que tendría una reacción explosiva por el tequila.

- Oye, niña, ¿si sabes que estás en rehabi.. - comenzó a decir Skarlet, pero fue estruendosamente interrumpida.
- ¡Así me gustan las cosas, compadre! - Natalie le pasó el brazo por los hombros a Durza en señal de compañerismo, como tantas otras veces, y comenzó a sentir el ritmo en su mente. Esta noche prometía una nueva hazaña.
Mientras tanto, la vampiresa comenzaba a generar migraña. Su inestable carácter pendía de un hilo.

-¡Tengo hambre, hermano!-Le dijo Durza a Hannibal, casi gritando, mientras el híbrido simplemente suspiraba un tanto frustrado-¡Hey chicos! Hannibal nos ha preparado la cena la noche de hoy, les aseguro que este hombre-Lo señaló-Cocina delicioso
El híbrido no sabía muy bien que hacer, simplemente sonrió un tanto apenado, por él mismo y su excesiva modestia como por Durza, que ni siquiera había probado trago alguno y ya se encontraba eufórico.
El Sombra alzó la ceja ante las palabras de Alexander y lanzó una brillante sonrisa de lado al susodicho, luego miró a Isis y, como si de un impulso se tratara, le guiñó el ojo. Cerró los ojos unos segundos y se dirigió a Alexander.
-Vendrá en unos minutos-Le aseguró. Era obvio que había hablado telepáticamente con ella-Mientras tanto, vamos a la mesa-Y, acto seguido, se dirigió hacia el lugar, sentándose donde antes.

Isis sonrió nerviosa a la vez que contenta ante el gesto de Durza, pero nunca apartó la vista de él. Le guiñó el ojo de manera coqueta, bromeando con él, pero luego se sintió apenada al darse cuenta de que no era correcto hacerlo.
Alexander Se relajó lo suficiente para dejar escapar un gran suspiro. Agradeció a Durza por llamar a a su hija, tenía muchas ganas de verla.
-Seguro que sí... - Dijo la chica en respuesta al comentario del sombra con respecto a Hannibal. Simplemente trataba de distraer su mente.

Skarlet respiró hondo y logró calmarse en parte, principalmente al ver a la bruja de nuevo en su sitio. Sabía que no duraría mucho tiempo, pero aún así prefería eso a nada.
- ¿Cuál es el menú? - preguntó al aire, distrayendo momentáneamente el foco de atención del alcohol.

-Barbacoa de cordero-Sonrió el híbrido, sin poder ocultar lo orgulloso que se sentía de su creación-Damas y caballeros, si quisieran tomar asiento, en un minuto regresaré
Dicho esto y sin hacer otra exclamación, Hannibal salió de la habitación por la segunda puerta, la cual seguramente daría a la cocina. Durza, que ya estaba sentado, le hizo un gesto a Isis para que fuera con él.
Mientras tanto, en una esquina de la habitación apareció una chica. Era idéntica a su madre, de facciones delicadas y una gran belleza. Sonrió al ver a Alexander en el lugar, ya lo había extrañado. Por mera educación, saludó primero a su padre, aunque fue breve y forzado. En cambio, cuando avanzó hacia Alexander, lo hizo de forma ansiosa y simplemente se echó a sus brazos, envolviéndolo en un cálido abrazo.
-Lex-Ronroneó sin soltarse.-Te extrañé mucho

Isis siguió las instrucciones de Durza y se sentó en la silla que estaba al lado del sombra, no sin antes arrastrarla un poco para acercarla más a él. Quiso saludar a Elena, pero se dio cuenta de que estaba muy ocupada con Alexander, y decidió dejarlos en paz.
-Elena... - sopló besando su frente con afecto y cerrando los ojos fuertemente. - Yo también te he extrañado tanto... - le dijo sin planes de soltarla.

La vampiresa, falta de paciencia, simplemente dirigió una mano pesada a la boca de su acompañante sin siquiera molestarse en mirarla, habiendo previsto la reacción efusiva que tendría ante una escena de ternura. Como resultado se oyó una exclamación ahogada.

El Sombra se aclaró la garganta, en clara señal ante la pareja que se estaba abrazando.
-Elena-Dijo, con una voz bastante autoritaria que solo un padre podría tener y alzó la ceja, mientras le indicaba con la mirada hacia el asiento que estaba a su lado.
-Lo siento-Se disculpó ella. Soltó a Alexander del abrazo y se volvió, aunque entrelazó su mano con la masculina. Acto seguido, sonrió un tanto apenada-Hola Isis-Se dirigió hacia la chica y posteriormente hacia las otras dos mujeres-Buenas noches señorita Natalie, buenas noches señorita Skarlet
Ya más satisfecho, Durza sonrió y dejó a la pareja continuar con su reencuentro.

-Relájese, señor Baranguer. - Le susurró perfectamente audible la pelirroja al Sombra justo después de posar su blanca y bella mano en el brazo del hombre. - Después de todo... ese es el propósito de nuestro encuentro. - Le sonrió con su natural mirada casquivana. Luego elevó la voz para dirigirse a la recién llegada. - Qué gusto verte, Elena.
Alexander se dejó llevar por ella hasta tomar sus asientos. Cuando al fin pudo apartar la mirada de Elena y logró prestar atención al resto de la habitación, se dio cuenta de que conocía a Natalie de tiempo atrás y, recordando los detalles, se ruborizó.

Natalie, por su parte, continuó divagando en su propio mundo, poco consciente de lo que sucedía a su alrededor. Simplemente hizo un gesto de saludo con su pequeña y delicada mano.

Los Setan se encontraban en el Templo, charlaban animados al rededor de la gran mesa en el comedor del lugar. Si bien los ánimos se veían un poco más bajos de lo común por la ausencia de algunos miembros, hacía bastante tiempo que no se respiraba tanta calma en el lugar, no al menos hasta que hubo terminado la Guerra. Sin duda alguna el menos animado era Folter, pues Matt y Chaos estaban en los Argrios y Chrono había muerto. Por su parte, Hiroki había enviado a un segundo clon al Infierno, uno de ellos estaba en Fomalhaut y el verdadero... bueno, el verdadero estaba algo ocupado. Los demonios esperaron pacientemente, tanto a su líder como a la invitada que faltaba, por la cual habían preparado la celebración.

Los Crisvector también hicieron acto de presencia. Saludaban como buenos amigos que eran a los Setan. Faltaban dos miembros que, como en el caso de los Setan, se encontraban en Argrios; Medan y Mictlan Kahn. Pero el resto estaba ahí, tratando de darle ánimos a sus hermanos - aunque no fuera realmente necesario a juzgar por la charla que tenían - después de lo ocurrido, en especial Lex y Bruno, como siempre, mostrándose alegres. Isis se acercó un poco más a Folter, no podría estar mucho tiempo ahí, al igual que su hermano menor, pero aprovecharía lo posible por disfrutar.

Ella había sido la ante ultima en pasar por él portal y este le había dejado en aquel lugar, a las afueras de una enorme Casa. Miro recelosa y algo desconfiada la estructura, parecía abandonada y maltrecha, corroída por los años y para nada cuidada sera él lugar correcto pensó algo angustiada, entonces escucho risas y voces dentro del lugar, como si este hubiera combrado vida de un segundo a otro. Abrió sus ojos sorprendida y empezó a caminar lenta y atentamente hacia la puerta, alerta a su alrededor.

En ese momento la puerta se abrió, dejando ver a un demonio en el umbral. Se trataba de un ser alto, aristocrático, con un porte digno de un rey, vestía unas ostentosas prendas de gala, con hilos y ribetes de oro, su semblante era elegante y tan arrogante como solo él podía serlo. Miró a la mujer con sus felinos ojos ámbar y una pequeña sonrisa se le formó en el rostro.
-¿Malia Hôdne?-Le preguntó, sin embargo no aguardó respuesta-Al fin aquí estás, todos ya estamos reunidos para la celebración. En breve llegarán Bruno Crisvector y Allison-De nuevo no esperó-Pero pasa, aquí adentro estarás más cómoda y podrás conocer a nuestro clan.-Acto seguido se hizo a un lado, dejándole el camino libre-Mi nombre es Elphias Diederich

Cuando la puerta se había abierto, y sin ninguna razón con sentido, Isis esperó que se tratara de Durza. No tardó en reconocer a Elphias, de quien estaba igualmente feliz de ver, aunque aún tenía esa sensación. Alexander había notado desde antes de llegar algo extraño en ella. Se acercó a su hermana y la sorprendió en otros pensamientos.
- ¿Qué haciendo, chica?
- Lex... creo que Cliff y yo ya tenemos que irnos.
- Hmm... no. No tienen. - en ese momento Cliff caminaba cerca de ellos, Alexander lo tomó por el brazo y tiró de él para llevarlo a su lado. - ¿Tienes que irte, niño? - Cliff miró por un segundo a Isis, era como ver las dos caras de la moneda al mismo tiempo. Alexander se comportaba tan tranquilo y alegre como siempre, Isis se veía rara y tensa. Volvió a mirar a su hermano y se limitó a negar con la cabeza. - ¿Ya ves? - Isis casi suelta una risita. - Al menos espera a que llegen Allison y Bruno. - luego cambió su tono a uno ligeramente más serio. - Tranquila, no ha sido su última vez juntos... - dijo refiriéndose obviamente a Durza, le puso la mano en el mentón a la pelirroja y alzó su cara para que ésta no estuviera tan desanimada. Le sonrió con cariño, y se fue a darle la bienvenida a Malía.

Entonces freno en ceco al ver a aquella figura aparecer, austera y desconfiada (rasgos que adopto durante sus años en soledad) clavo su felina mirada en él hombre pálido y tiro su cabeza hacia atrás. Lo escucho atentamente ¿como sabia su nombre? Eso ya no importaba lo resolvió al segundo ¿quien era él? ¿a caso estaba con los demás esperándola desde hace mucho tiempo? No le importo porque no bien escuchó que su hermana estaba acá, aunque fuera algo perdida, su mundo volvio a la normalidad después de todo iba a tener a alguien que conocia y, encima, adoraba.
Tardo unos segundo en decidir avanzar y una vez lo hizo se movió con elegancia pero algo desconfianda, una vez estuvo al lado del elegante hombre se freno y miro antes de volver a dar tres pasos al frente y uno a la izquierda para ya estar completamente adentro. Miro a los allí presente en silencio, no conocía a nadie pero eso no le ponía nerviosa. Inclino la cabeza en forma de saludo.